Nuestras confirmaciones
Es para la U, por eso no es tan jugoso.
Hace seis años le pegué un puntapié en el derrière a mi hermana, seis años menor, en la lavandería de mi casa. Una hora después me estaba confirmando, cual santa, en la iglesia San Juan Bautista en Temuco. El motivo del ataque: me había roto un video de un grupo musical que me gustaba mucho ya que, según ella, toda la atención familiar estaba en mí y no en ella. En un acto de venganza, me rompió el video. En un acto de justicia, yo le pegué. Seis años más tarde mi hermana está apunto de confirmarse en la misma iglesia y, como la ocasión lo amerita, debe escoger a una madrina.
Somos dos hermanas solamente y desde el día en que me confirmé, a pesar del puntapié justiciero, supe o más bien asumí, que yo sería la madrina de mi hermana. Veía cómo mis amigos con hermanos mayores llegaban al altar con ellos y pensaba en la fortuna que ellos tenían al tener un hermano mayor. A mis 15 años entonces pensé: “Que suerte tiene la Monse al tener una hermana mayor, cuando ella se confirme yo podré ser su madrina”.
Mi familia es católica y los sacramentos son importantes. Somos todos bautizados, de primera comunión, confirmados, confesados, de misa dominguera y me quiero casar de blanco en una iglesia. Mezcla de tradición o convicción, no sé, pero son ceremonias importantes. Y al ser dos hermanas, toda la vida he pensado que yo seré la madrina de mi hermana en su matrimonio, de uno de sus hijos y por supuesto de la confirmación que se avecina. Es algo obvio para mí.
Pero para la Monse no es obvio. Y ahí empezaron los problemas. Frases como: “me pegaste una hora antes de confirmarte, eres una inconsecuente”, “no lo he pensado”, “no des todo por hecho, déjame ver a mí, no me obligues” opacaron mis ilusiones de ser madrina. La chica tenía por primera vez el sartén por el mango y lo sabía. Está bien. Monse 1 – Bárbara 0, pero justamente esta vez no se trataba de ganar. Para mí es realmente importante, es como un principio, nunca fue una meta. Quizás la sombra de la hermana mayor winner me jugó en contra esta vez. Me dio un poco de pena, pero después pensé “a lo mejor ya eligió en una amiga, ella tiene que ver”.
Ayer mi hermana me llamó por teléfono. “Cómo ya te habrás enterado por la mamá, mi confirmación es el 10 de noviembre”. Muy bien dije yo. “Bárbara, siempre fuiste mi única opción, no había pensado en nadie más, pero me da rabia que siempre des todo por hecho… ¿quieres ser mi madrina?”. En el fondo yo sabía. A lo mejor sí compartimos esos mismos principios. Por algo somos sólo dos.